La intoxicación es una alteración corporal ocasionada por ingerir alimentos en mal estado o contaminados con elementos patógenos y en consecuencia, nocivos para el organismo. En cualquiera de sus manifestaciones conlleva a una gran preocupación. Por esta razón, cada restaurant debe garantizar la seguridad y calidad alimentaria de lo que ofrece.
El malestar generado por dicha causa es tan simple como un sarpullido, en casos leves o producir otros síntomas de mayor seriedad. Entre ellos, vómitos, diarrea, dolores de estómago y cabeza, fiebre, pérdida de la conciencia y hasta la muerte, en los de máxima severidad.
En ocasiones el problema es doméstico, afectando solo a una familia. O la distribución de un producto tóxico, perturbando a una colectividad. Pero especialmente los negocios de venta de comestibles preparados, están obligados a ser muy cuidadosos en cada etapa del proceso para no verse comprometidos en situaciones de esta índole.
Los contaminantes pueden tener un:
- Origen natural: que serían las toxinas de algunos hongos o peces. Ejemplo: el pez globo, manjar de alto riesgo aunque muy apreciado en la cocina japonesa.
- Origen químico: cual pesticidas y elementos puros. Aquí destacan los metales pesados, como mercurio, cadmio y plomo.
- O se originan por un procedimiento insalubre de elaboración o conservación de los mismos. Este último usualmente asociado a altas temperaturas que favorecen la reproducción de bacterias y gérmenes.
La sintomatología o aparece en pocas horas o pueden pasar días para manifestarse, dependiendo de la fuente, de la cantidad ingerida y de las condiciones físicas del individuo. Los niños y los ancianos pertenecen a los segmentos de la sociedad con mayor vulnerabilidad. Aun cuando un adulto que sufra de una enfermedad crónica o tenga el sistema inmunitario suprimido también se coloca en ese grupo.
Una intoxicación afecta la salud de las personas involucradas y la reputación del establecimiento. Y mientras lo primero pudiera ser fácilmente solucionado, no así lo segundo. Por esto se deben realizar los cursos de seguridad correspondientes y seguir las indicaciones recibidas para poder responder por la calidad de la comida que se sirve a la clientela.